Eran permisos que en la época virreinal el gobierno imperial daba a particualres (en su mayoría peninsulares) para poder enajenar a su beneficio económico pero a la ves a beneficio de la comunidad propiedades que se consideraban como propiedades de la corona.
Se constataban en unas hojas oficiales llamadas mercedes reales.
Estas mercedes eran 3
De aguas (ríos)
De tierras
De bosques
Podían controlar así el riego, los cultivos y la tala de los bosques para maderas y carbones y a su ves reitriburse ganancias económicas dadas por cuotas de la población que ocupaba de estos beneficios naturales.
Eran un negociazo!!
Para lograr estos fines, los Reyes de España autorizaron a los Adelantados y luego a Gobernadores, Virreyes y Cabildos, para que procediesen al reparto de los campos mediante el sistema de Merced Real. Por el mismo, el beneficiario recibía en donación gratuita determinadas extensiones, operando de este modo la población del territorio y el reconocimiento de los servicios prestados a la Corona.
Así comenzó la adjudicación de las tierras y el acceso al derecho de propiedad, con Mercedes de media legua por legua y media de extensión, superficie que luego se fue agrandando para los sitios más alejados , respondiendo a pedidos que probaban la existencia de las mismas o de bienes vacantes para ocupar.
Otra forma fue la compra al Rey, previo trámite burocrático dilatado y de costo gravoso: se realizaba la denuncia del bien, sus vistas fiscales, informaciones que lo identificaban, mediciones, tasaciones de valores, escrituración en legal forma y demás trámites engorrosos de la época.
Ocurrió que muchas Estancias otorgadas por Mercedes Reales, en realidad no llegaron a ocuparse efectivamente o fueron abandonadas. Allí las haciendas se hicieron cimarronas y beneficiadas por el pasto y la benignidad del clima, se reprodujeron en forma asombrosa.